Lo declararon culpable no de uno, sino de tres delitos, pero incluso así la cara de Ariel Omar Rosendo este lunes era de felicidad y lo demostró con gestos y movimientos. Y fue así porque, a pesar de todo, no volverá a la cárcel. El tribunal que lo juzgó las últimas semanas lo sentenció a tres años de prisión en suspenso, lo que significa que el cumplimiento de la pena en la cárcel queda suspendido y él podrá sobrellevar esa condena como un hombre libre.
El fallo no fue unánime. Después de cinco horas de deliberación, a las 19:25, los jueces Daniela Estrada y Aníbal Astudillo resolvieron condenarlo por «Desobediencia de una orden judicial», «Violación de las medidas antiepidémicas» y «Robo simple» en perjuicio de Smata, cuyo gremio es dueño de la vivienda que saqueó el exlegislador.
Cuando Rosendo escuchó la primera parte del veredicto, la que ya anunciaba que sería condenado solo a tres años en suspenso, estiró su brazo izquierdo y estrechó la mano de uno de sus defensores, Marcos Juárez. Hizo lo mismo con otro de los abogados que estaba detrás suyo, giró la cabeza hacia su pareja y los familiares que lo fueron a acompañar, sonrió y les mostró un pulgar arriba. Luego, se abrazó a su otro defensor, Ramiro Rubio, con una mano apoyada en su hombro.
«Estamos muy contentos con el fallo, porque es lo que pedimos», dijo Juárez. Hacía referencia a que el Tribunal hizo lugar a lo que la defensa había planteado más temprano durante los alegatos, es decir, cambiar la calificación de «Robo doblemente calificado por efracción y por ser en banda» a un delito menos gravoso como «Robo simple» y condenarlo a tres años de prisión en suspenso.
Explicó que la querella puede recurrir hasta a la Corte Suprema de Justicia para cambiar el fallo, pero «esto no va a implicar en ningún momento que la libertad personal de Rosendo se vea comprometida».
